María, Madre nuestra,
enséñanos a acoger la Palabra de Dios en nuestras Familias,
a «hacer lo que El nos diga»
para llegar a ser signos de amor y servicio para todos.
Que en nuestra casa,
cuando se hable, siempre nos miremos a los ojos y busquemos crecer juntos;
que nadie esté sólo, ni en la indiferencia o el aburrimiento;
que los problemas de los otros no sean desconocidos o ignorados,
que pueda entrar quien tiene necesidad y sea bienvenido.
Que en nuestra casa sea importante el trabajo, pero no más importante que la alegría;
que la comida sea el momento de alegría y de conversación;
que el descanso sea paz del corazón y del cuerpo;
que la riqueza mayor sea estar juntos.
Que en nuestra casa el más débil sea el centro de la atención;
que el más pequeño y el más anciano sean los más queridos;
que cada gesto esté lleno de significado;
que te demos gracias por todo lo que la vida nos ofrece
y por el amor que nos das.
Gracias porque esperas que te acojamos, incluso sabiendo que tenemos dificultades.
Ven, María, a nuestra casa para que Jesús nazca entre nosotros.
Amén.